Deja de llover y a mí se me agotan todas las prisas con las nubes;
No sé si paradójicamente las cenizas me han desempolvado el corazón o si realmente nunca llegó a extinguirse el fuego.
Sea como sea hay algo en mí que ha vuelto a ponerse en marcha.
Y tú y yo, estáticos, supimos hacer de la noche una noche invencible.
Como las catedrales de Monet, nos volvimos policromáticos y nos olvidamos del correr de las agujas del reloj.
Quizás sea el alcohol pero no puedo ni quiero irme nunca de ti...
Es que hay compañías a las que uno no quiere renunciar porque llenan nuestro mundo.
ResponderEliminarDulces besos para ti y deseos de una dulce semana.
Hay hombres que huyen de sus conquistas logradas hacia las hermosas tierras del azar y el infortunio, buscando quizás otras heridas de pasión desafortunada. Nunca mostremos todas las cartas ni adulemos en demasía el corazón de nuestra suerte.
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